Pocas personas hay que no se hayan planteado su dieta en algún momento, incluido un desayuno perfecto. Sobre todo después de vivir una inesperada pandemia, ya que la salud ha ascendido notablemente en nuestra escala de prioridades.
Ahora sabemos lo importante que es una buena dieta para mantenerse fuerte y seguir adelante. No obstante, muchas veces hemos hecho hincapié en eso para que la idea siga presente.
Y es que, con la edad, empezamos a cambiar el metabolismo, así como nuestras necesidades nutritivas. Por eso, empezando por el desayuno perfecto, vamos a repasar lo que debemos ingerir en nuestra primera comida del día.
Haciendo las paces con el desayuno
No es lo mismo ayunar a los 20 que a los 50, por lo tanto, tampoco va a tener el mismo impacto en nuestro organismo lo que tomamos para romper ese ayuno.
Durante la noche, nuestro cuerpo se repara, se ralentiza y realiza ciertas funciones básicas para nuestra supervivencia. Pero todo eso en ayunas, ya que, desde la cena de la noche anterior, no volvemos a ingerir nada hasta el desayuno.
De ahí viene el nombre del desayuno, ya que es la comida que tomamos para romper el ayuno nocturno. Y aquí está la primera recomendación: no deberías tomar azúcar a primera hora del día o en tu primera comida.
Lo lamento, porque eso choca un poco con la tradición de un gran número de personas; empezar el día con algún cacao, bollería o tostadas es lo más habitual, pero no lo más recomendable.
¿Por qué hay que evitar el azúcar al romper el ayuno?
El azúcar, igual que los hidratos de carbono (arroces, panes, pastas), pasan con rapidez al torrente sanguíneo, con lo que se elevan puntualmente los niveles de azúcar en sangre.
Esto rompe el equilibrio y obliga al páncreas a segregar insulina en seguida, con lo que ese pico al alza pasa a ser una caída. El resultado es que tu cuerpo te va a demandar más alimento al poco tiempo y sentirás la necesidad de comer otros productos azucarados o bollería. Es como pasarte la mañana con antojos.
Porque tu cuerpo necesita recuperar ese nivel de azúcar que ha caído. Pero, si te rindes a esos antojos, volverás a pasar por el mismo ciclo.
Una opción, si quieres mantener parte de tus costumbres, es que varíes los alimentos; usa leche sin lactosa o bebida vegetal sin azúcar. Sustituye el cacao azucarado por cacao puro o canela o prueba un desayuno más inglés: con tortilla, un poco de queso, aguacate o tomate.
De esta forma evitarás ese pico de azúcar en sangre y te mantendrás más saciado durante más tiempo. Y si además incluyes proteínas (como esa tortilla que comentábamos) llegarás a la comida sin problemas, a la vez que ayudas a preservar tu masa muscular.
Alternativas al azúcar
Esas proteínas que comentábamos son un gran desayuno; el yogur griego natural con canela y frutos secos.
Quizás te sientas tentado por la granola, ya que sus afirmaciones parecen atractivas (“natural”, “baja en sal”, “sin gluten”), pero mucho cuidado con el maquillaje. Normalmente suelen añadir grandes cantidades de azúcar en este alimento, entre 10 o 13 gramos ¡y eso es una barbaridad!
Es más recomendable recurrir a alguna fruta como el melocotón, la ciruela o la naranja o, si lo prefieres, un puñadito de arándanos que puedes mezclar con el yogur griego.
Piensa que, empezar el día con alimentos saludables, va a fomentar que posteriormente escojas mejores alimentos para el resto de las comidas del día.
Y es verdad que es importante la cantidad de proteínas que consumimos después de los 50, pero eso no significa que debas comer barritas proteicas en el desayuno. Porque tal y como pasa con la granola, a veces suelen llevar más cantidad de azúcar que de proteína.
Mejor añade huevos, jamón cocido y otros alimentos similares.
Finalmente, una última recomendación y es que equipares la cantidad de café que tomas con agua. Es decir, si tomas una taza de café, bebe también una taza de agua durante el desayuno.
Así contribuyes a mejorar tu metabolismo y a tener una buena digestión, evitando la deshidratación.
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